Un paseo desde los ojos de la Virgen María
Mi visita favorita en Sevilla es la Catedral. Según el Libro Guinness de los Récords Mundiales, es considerada la catedral gótica cristiano a mayor superficie del mundo. El edifico religioso se constituye bajo la advocación de Santa María de la Sede.
El exterior de la Catedral ya aparece espectacular donde los elementos del morisco, intrincados con detalles góticos y renacentistas magníficos. Sin embargo, el interior es aún más impresionante con sus suntuosas decoraciones, el retablo dorado, vidrieras, esculturas y pinturas de santuario, así como tesoros religiosos.
Al entrar en el santuario, sentí una profunda espiritualidad y una atmósfera tranquila. Este ambiente religioso es creado por la que reluce a través de las vidrieras y crea un reflejo en el suelo y las paredes en una variedad de colores. Me parecía que la luz del cielo brillaría. La fuente de la serenidad y la paz se basa también en la representación de la iconografía cristiana.
Sevilla es una ciudad mariana, ya que el ciudadano siempre demostró una profunda devoción a la Madre de Dios. Así que no es de extrañar que la Catedral expone en su interior una gran colección iconográfica de la Virgen María. El lugar ofrece un homenaje a María en diferentes etapas de su vida. La pintura Nacimiento de la Virgen de Alejo Fernández la representa como un bebé. Nuestra Señora de Belén de Alonso Cano la muestra como protectora con Jesús en sus brazos. Varios retablos como el de la Inmaculada Concepción de Alonso Martínez van en procesión el día de Corpus. Trasaltar tiene la estatua de la Virgen del Reposo atribuida al maestre Miguel Perrin. Las mujeres embarazadas vienen a pedirle por su protección. La iconografía se designa a este tipo de icono mariano es el tapiz Virgen de los Remedios. Esta obra de arte expone la Virgen con el niño Jesús, un obispo y un sacerdote. En mi paseo encontré trece representaciones de María como esculturas, pinturas y retablos.
Especialmente la representación iconográfica La Inmaculada de la Concepción (1629) de Juan Martínez Montañés es de indiscutible perfección religiosa. Es su mirada amorosa, la expresión de su rostro lo que me hizo detenerme por un tiempo más largo y sentí la necesidad de iniciar un diálogo en silencio con la Virgen. La inmaculada o llamada cariñosamente "la cieguecita" significa la chica ciega está tallada en madera de cedro policromado. Situado en el coro de alabastro de la Catedral. Ella está situada en un Capilla que ella le da su propio nombre. La estética está impregnada del naturalismo, aunque esta imagen ya del sentimiento de lo barroco.
La Virgen María es representada como joven doncella. Muestra una actitud de humildad. Las manos que apenas están unidas por los dedos a la altura del pecho. Con los ojos medio abiertos mirando al suelo, el espectador siente que está inmersa en su mundo sagrado rezando. La ligera inclinación de su cabeza señala sumisión y subraya su papel como doncella del Dio. Su cara nacarada con mejillas rosadas es impecable, significa un símbolo de pureza. El pelo negro largo y rizado cae en los hombros. La luminosidad de su apariencia se realza con la corona en su cabeza de doce estrellas. Cada número simula el colegio apostólico o las tribus de Israel.
La forma en que se presenta la figura se aleja de la presentación del frontalism. Esta representación se ve como su cuerpo muestra un ligero movimiento en zig-zag. La tensión es creada por el contrapposto de su pierna. Si ponemos más atención a las piernas podemos ver que la pierna izquierda está más avanzada y ella descansa su peso corporal sobre la pierna derecha. En general, las tallas de su ropa son más angulosas y marcadas que en periodos anteriores introduciendo un juego de luces y sombras.
La acompañan tres querubines que se disponen a sus pies, que se apoyan en una luna con las puntas hacia arriba.
La Cieguecita es una de las tallas más famosas de la Catedral que muestra la iconografía de la Inmaculada Concepción. Sin embargo será en esta creación artística de Juan Martínez Montañés consagrará la iconografía de la Inmaculada, siendo ésta una de las aportaciones más importantes del arte hispánico a la historia del arte cristiano. La obra de arte es de incuestionable perfección artística y religiosa de la Virgen como Madre de Dios. Su aspecto es de extraordinaria luminosidad. Ella está en actitud de humildad y acepta su misión como esclava del Señor.
Esta escultura no es sólo una muestra de artesanía destacada, sino también una verdadera documentación sobre iconografía mariana que invita a un diálogo.
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