lunes, 17 de abril de 2023

Antonio Munoz Degrain - Paisajismo


    Antonio Munoz Degrain (1840-1942) es nacido en Valencia, Espana. Munoz Degrain es cosiderado como uno de los grandes maestros espanoles del paisaje del siglo XIX por su evolucion hacia un paisajismo mas libre en torno a las poeticas luminosas e impresionistas de fin del siglo. Lo hace con el empleo de una pincelada amplia, cargada de pasta y de intenso cromatismo, y el domino de las gamas calidas de azulados y violetas intensos, rosas y anaranjados brillantes y malvados puros.

    Por su atractiva forma plástica y la consecución de la Cátedra de Paisaje de la escuela, rápidamente alcanzó con su estilo un dominio indiscutible entre los jóvenes paisajistas. Antonio Munoz Degrain es ejemplo de una intensa actividad que se manifestó en distintos géneros pictóricos. La formación cultural del pintor y sus propias inquietudes lo impulsaron a investigar los últimos movimientos culturales, como la Teosofía, las tradiciones literarias española, francesa, italiana o inglesa, o el wagnerismo vienés. En este sentido, son numerosas las obras donde el paisaje pierde entidad en favor de una narración concreta. 


    En 1870, Muñoz Degrain se instala en Málaga para trabajar con su amigo y compañero de trabajo Bernardo Ferrandiz en uno de los encargos artísticos más importantes del siglo XIX: la decoración del techo del Teatro Cervantes. La ciudad le proporcionó el entorno perfecto para su producción artística, muy centrada en la realización de paisajes, así como para el desarrollo de su carrera, con su cálido clima mediterráneo y su ambiente moderno y cosmopolita. Comenzó a dar clases en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo y otros importantes centros de arte regionales. Hoy en día, muchas de sus pinturas se conservan en el Museo de Málaga como Ofelia en el bosque (1902), El árbol sagrado (1904), y Panorama de Aragón (1912), etc.


Ofelia en el bosque (1902), El árbol sagrado (1904), y Panorama de Aragón (1912)


    Al ver los cuadros Ofelia en el bosque y El árbol sagrado me transportan al mundo de las hadas. Al ver las mujeres en ambos cuadros rodeadas de la naturaleza, me hace pensar que son parte del bosque porque están vestidas del mismo color de las flores que están bañadas. Se nota su gusto por las flores porque aparecen con frecuencia en sus cuadros; es como si las flores nacieran de ellas. Los tonos azules, rosas y amarillos, junto con los tonos vibrantes de las flores, le dan ese toque mágico. Cuando veo a las mujeres sentadas contemplando el paisaje rodeadas de flores en los cuadros, se me imagina que el paisaje del bosque se siente y se vive con tanta tranquilidad.


    En el cuadro Panorama de Aragón, hay una mujer sentada vestida de blanco y un hombre de pie junto a ella, con un sombrero adornado con flores y mirando el paisaje montañoso. El equilibrio entre realismo, iluminación y paisajismo que se puede ver en la pintura. Es como si Muñoz Degrain dibujara un retrato de una pareja real en las montañas y agrega un toque de colores vibrantes para resaltarlos. Las vibras que proyecta esta pintura son relajantes y pacíficas. Me puedo imaginar el viento frío acariciando mi rostro (como si fuera la mujer de la pintura) con un silencio arrullador. En general, sus obras me traen paz y abren una puerta a un mundo libre de caos y un escape de la realidad.