Nunca había visto un palacio antes de mi primer domingo aquí en Sevilla cuando visité el Real Alcázar de Sevilla. Cuando entré por la verja del Real Alcázar de
Sevilla y vi la primera entrada con la mezcla de arquitectura islámico y moro
no parecía real. Me dio la impresión de que el Alcázar fue un magnífico palacio en su día,
pero no sé si habías ido más magnífico que lo que había visto.
A dentro y
alrededor de cada esquina vi los paredes y los techos tan complejo. Los
detalles que tenían parecían mostrar una historia, la historia de la vida del Alcázar.
Aprendí que los detalles intricados en los paredes y en los techos estaban llenos de
colores brillantes durante la juventud del Alcázar. Pude ver en algunos de los
detalles, los colores desteñidos y en algunas habitaciones los colores tenían
más brillos que en otros. En el Salón de Embajadores había un techo muy
alto que estaba cubierto de oro. Este techo reflejaba la luz que entraba por
las entradas abiertas y iluminaba la sala.
Lo que me gustó más fueron los jardines moriscos. Como un
laberinto cada espacio en los jardines tenían su propio ambiente. Habían
espacios en los jardines pequeños y algunos eran más grande. Cuando entré el
primer parte de los jardines yo vi que el suelo estaba cubierto en teselas
decoradas. Entre los ladrillos algunas teslas pintaban el suelo. Algunos partes
del jardines vides pegadas a las paredes con pocos flores floridos de colores
morados.
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