Con él, la visita tomó una hora para subir la torre de la giralda, porque cuando llagamos a cada ventana (en cada piso), él paró para sacar unas fotos de la vista. Cada vez dijo, "Guau, Lila, la vista es incluso mejor aquí!" Yo quería explicar que "sí, por supuesto que sí. Estamos subiendo una torre, pues la vista mejora con la elevación." Pero su alegría y entusiasmo fueron muy graciosos, pues no me importaba mucho. Por otro lado, con mi amiga, llegar al 37° piso tomó sólo diez minutos. Ella es muy atlética y también sabía que la mejor vista estaría arriba. Fue un viaje distinto en ese sentido, y también porque esta vez, yo tenía mucha más información sobre la giralda para compartir con mi invitada.
Le dije a ella todas las cosas que había aprendido en clase: que la figura encima de la giralda es una alegoría un poco polémica porque representa la Iglesia católica y su triunfo sobre la cultura islámica; que la torre fue "restaurada" y hay tres versiones; que las campanas son adiciones del arquitecto Hernán Ruiz; que no sé qué no sé cuánto. Ademas de otra clase sabia mucha información sobre la historia de la catedral y de la tumba de Colón. Ella pensaba que so era la mejor guía de Sevilla, ¡gracias a mis clases!
La vista del punto más alto
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