Ángel de la Guarda fue pintado por José Ignacio Cobo y Guzmán (1666-1746), un pintor quien vivió en Jaén hasta 1701 y después en Córdoba. Para esta escena, Guzmán tomó inspiración de una estampa del pintor italiano Simone Cantarini y por eso, combina estilos granadinos e italianos en su obra.
Se desconoce mucha información de su obra artística, pero creyó muchas de sus pinturas religiosas para el convento de la Merced de Córdoba debajo del mecenazgo del cardenal Pedro de Salazar. Por eso, la mayoría de sus obras se quedan en Córdoba. Su estilo está definido por su uso de colores brillantes y muchos elementos de la naturaleza.
En su versión, Guzmán desarrolla la escena original de Cantarini. En el fondo, incorpora montañas y edificios de piedra que parecen más a un paisaje andaluz. Adelante, el ángel, en el papel de guía, está poniendo su mano sobre la cabeza de un niño y señala el cielo desde que una raya de luz emite. El niño imita la postura del ángel, y levanta su mano al cielo, pero el ángel mira directamente al espectador. Esta elección parece una manera para fortalecer el mensaje de la pintura; el ángel no solo enseña y guía al niño sino también a todos los que ven la escena. La figura del ángel, además de sus ropas brillantes (de acuerdo con el estilo de Guzmán), también destaca por los aspectos femeninos de su cuerpo, como su pecho y su cara redonda. No bastante que hay descripciones de ángeles como hombres en la biblia, esta representación está según de la creencia en cristianismo que los ángeles están seres de otro mundo sin los mismos reglas de genero y sexo humano.
Ángel de la Guardia se exhibe hoy en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.
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