Cuando
fui a Madrid hace tres semanas, visité al Museo Thyssen-Bornemisza—un museo de
una colección privada con una multitud de obras magnificas. “Santa Casilda,”
una de las pinturas en la colección del museo, fue creada por Francisco de
Zurbarán cerca de 1635 y se piensa que perteneció a un monasterio en Sevilla
antes de la ocupación de España por los franceses. Zurbarán nació en
Extremadura pero vivió en Sevilla por mucho tiempo más tarde en su vida gracias
a un contrato que consiguió con la orden dominica de San Pablo el Real en la
ciudad. Era un amigo de Velázquez y uno de los pintores españoles más
importantes de su tiempo: se llamaba “El Caravaggio español” porque tenía tanto
talento para el claroscuro, una técnica que Caravaggio perfeccionó. “Santa
Casilda” muestra claramente la influencia que Caravaggio tenía en el trabajo de
Zurbarán, gracias a su uso de luz.
Esta
pintura es una representación de la Santa Casilda, una figura con una historia
muy interesante. Era una hija del rey islámico de Toledo, pero se convirtió en
cristiano en secreto. Solía traer comida a los prisioneros en la cárcel de su
padre, y cuando alguien le atrapó, la comida se transformó en flores. Este es
el momento que captura el imagen—se puede ver las flores en la mano de la santa.
Entonces, la pintura es un tipo de propaganda con la meta de mostrar la
supuesta bondad de la iglesia católica. Es necesario recordar que durante la
época en que vivió Zurbarán, el barroco, había una crisis en la iglesia
católica: la reformación protestante. El estilo barroco, un estilo lujoso y
dramático con un enfoque religioso en los santos y en la virgen María, se creyó
para contrastar con la reformación, que enfatizó la simplicidad. Zurbarán fue
especialmente conocido por sus pinturas de figuras religiosas, como monjes y
mártires, y entonces sus obras funcionaban como publicidad o marketing para la iglesia.
-Catherine Lacy
-Catherine Lacy
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