A principios de febrero, fui a Granada con CIEE. Una de mis partes favoritas fue cuando fuimos al Monasterio de Santa Isabel La Real. Dentro del monasterio hay monjas que hornean pasteles. Mi grupo y yo caminamos hacia una puerta y una chica en mi grupo tuvo que recitarle algo a la monja (no recuerdo lo que ella tenía que decir) y la monja respondió y le preguntó qué quería la chica. La chica nunca vio a la monja y se comunicaron a través de una pared corrediza. La chica pagó y luego la monja le dio los pasteles a través de una puerta giratoria. Esta fue una experiencia muy interesante para mí porque era algo que nunca había visto antes. Las monjas tienen personas que les traiga los ingredientes para que no tengan que abandonar el monasterio. Me sorprende que cocinen tantas cosas que venden, pero nunca tienen que comunicarse cara a cara con una persona.
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