Durante
la Semana Santa podía ver varias procesiones con una multitud de pasos, incluso
María Santísima de la Esperanza Macarena de la Basílica de la Macarena. Aunque
había algunas interrupciones durante la Madrugada, el impacto de este paso es
inolvidable—hay una devoción popular muy fuerte al imagen de María. Se piensa
que la obra es del taller de Pedro Roldán, aunque no se sabe con certeza, pero
no hay duda de que es del siglo XVII. Roldán, padre de la célebre Roldana, es
conocido por varias esculturas como el paso que se llama La Exaltación, el
Retablo del Sagrario en Sevilla, y también obras en Tenerife, Écija, Jaén, y
más. Vivió en Andalucía durante el periodo barroco, y por eso casi todos sus
sujetos son religiosos.
Hay
unas peculiaridades de la escultura que son muy interesantes. Por ejemplo, su
vestido tiene cinco esmeraldas en forma de azucenas que eran un regalo del famoso
torero sevillano Joselito el Gallo. Aunque murió muy joven (con 25 años), era benefactor
muy importante para la Esperanza Macarena. Otra cosa interesante es una leyenda
que dice que antes de los 1950s algún protestante borracho tiró una botella de
vino en la cara de la virgen, que supuestamente era la causa por sus mejillas
tan coloreadas. La leyenda también dice que ese hombre tenía que llevar el paso
el próximo año como penitencia.
Sevilla
no es el único lugar con una gran devoción a la Esperanza Macarena: existen
muchas copias de ella en varias partes del mundo. En Bogotá, Colombia, por
ejemplo, hay una copia que se considera la patrona de los toreros. Desde una
perspectiva artística, es fácil ver la razón por la devoción universal: la cara
de María es muy expresiva del dolor que siente, que también contrasta con su
belleza y juventud. Es un imagen emotivo y increíblemente importante para la
Semana Santa.
-Catherine Lacy
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