Todos los días cuando monto en bicicleta para regresar a casa desde CIEE, cruzo sobre la puente de Triana. Mirando a mi barrio querido, veo a mi izquierda los edificios coloridos de la Calle Betis, además de la Torre del Oro y la Giralda en la otra orilla del río. A mi derecha, veo la Torre Sevilla. También conocida como la Torre Cajasol o la Torre Pelli, el edificio tiene un estilo muy moderno, con metal rojo y un techo inclinado que se parece como una barra de labios. Más alto que el resto de los edificios alrededor de él, es completamente diferente en estilo arquitectónico que el resto de la famosa arquitectura sevillana, como el famoso Alcázar, del estilo mudéjar; la Giralda, del estilo musulmán y renacentista; y la Plaza de España y los muchos otros edificios del estilo regionalismo.
La torre Sevilla es el primer rascacielos de la ciudad, cuenta con una altura total de 180,5 metros, y tiene 37 pisos. Fue diseñada por el arquitecto argentino César Pelli, y el germen del proyecto data de los años 90, con la alcaldía de Soledad Becerril. Construcción inició oficialmente en 2008, y terminó en 2015, aunque algunas trabajo ya continúa. Su construcción continúa ser muy controversial, y la mayoría de gente sevillana con quien hablo dicen que no le gusta para nada la Torre, que odio su forma rara, la manera en que no encaja en el resto de los estilos arquitecturales de su preciosa ciudad. Tal vez el indicador más fuerte de esta aversión vino de la UNESCO, que, durante su construcción, amenazó con poner los monumentos de Sevilla que se clasifican como sitios de patrimonio de la humanidad (la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias) en la "lista de amenazados", debido al "impacto visual negativo" de la Torre en el horizonte de Sevilla. Aunque la propuesta fue rechazada en la reunión del Comité del Patrimonio Mundial UNESCO en San Petersburgo en 2012, la reunión lamentó que trabajo en la Torre no había sido suspendido, como la Comisión había propuesto en su reunión anterior, y que no se habían realizadas debates o consultas para considerar cómo se podría mejorar el proyecto o reducir su impacto negativo.
Personalmente, a mí tampoco no me gusta la torre Pelli y entiendo porqué está considerado como un engendro. Sin embargo, la reacción tan fuerte contra su existencia plantea cuestiones interesantes sobre la intersección de la tradicionalidad y la modernidad. En una ciudad con tanta historia como Sevilla, con su actitud bastante tradicional, ¿es inevitable mirar al pasado para definir las concepciones de belleza, específicamente dentro del contexto del paisaje arquitectónico de la ciudad? Por ejemplo, el estilo popular y únicamente Andaluz del regionalismo hace exactamente este, imitando estilos del pasado ilustre de Sevilla para cultivar orgullo cultural. Sin embargo, con esta resistencia de lo moderno, ¿cómo puede Sevilla avanzar su legado artístico para ser una ciudad relevante contemporáneamente? Otras obras arquitecturales contemporáneas han tenido más apoyo del público (por ejemplo, las Setas, que al principio fueron más polémicas pero ahora parecen ser más aceptadas, y los edificios del Exposición de 1992). Entonces, ¿es el problema actual no la modernidad de la Torre Pelli, sino la fealdad específica del propio edificio? De cualquier manera, Sevilla se encuentra en una encrucijada, a la vez siendo una ciudad moderna que está cambiando, y un símbolo viviente de una historia pasada gloriosa. Esta identidad compleja presenta muchas preguntas interesantes sobre el arte, la arquitectura, y el paso del tiempo.
-Rose Kendrick
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