El Museo de Artes y Costumbre Populares, influenciado por el estilo mudéjar
Era un día perfecto cuando visitamos la Plaza de América, situada en el interior del Parque de María Luisa. El sol brilló, el olor de flores flotó en el aire de primavera, y admiramos el espacio ajardinado. Flanqueada por el Museo de Artes y Costumbres Populares al norte, el Museo Arqueológico al sur, el Pabellón Real al este, la plaza contiene tres edificios importantes, construidos por el arquitecto Aníbal González entre 1913 y 1916 para la futura Exposición Iberoamericana de 1929. Son ejemplos centrales del estilo del regionalismo, de que González es el principal referente, un estilo de arquitectura andaluz que está inspirado en los periodos arquitecturales antiguas, copiando elementos del estilo mudéjar, gótico, plateresco, y renacentista para celebrar el pasado glorioso de España y Andalucía.
La ubicación de la visita, además de esa idea de la historia espléndida de arte sevillano de muchas formas, me recordó a dos otras visitas que hice durante el principio del semestre. En enero, cuando visité el Museo Arqueológico, una de las cosas que más me gustó de museo fue el Tesoro del Carambolo. Encontrado en 1958 en el cerro de El Carambolo en el municipio de Camas, a tres kilómetros de Sevilla, el tesoro está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, con un peso total de 2,950 gramos: un collar con colgantes, dos brazaletes, dos pectorales y 16 placas de un collar o diadema. Los arqueólogos fecharon el tesoro del siglo VIII a.C., con la excepción del collar, que es probablemente del siglo VI a.C. Aunque algunos consideran el tesoro de El Carambolo como un artefacto de los Tartesos, esto se disputa debido a que el tesoro incluye una pequeña estatuilla de Astarté, una diosa fenicia. También, más excavaciones en el sitio revelaron un santuario religioso fenicio.
Aunque sea tarteso o fenicio, lo que más me impactó fue la belleza del tesoro. El oro reluciente y los muchos detalles me hicieron pensar sobre el papel y la importancia de la "belleza" en la civilización humana. Incluso hace miles de años, antes de la llegada de muchas modernas tecnologías utilizadas para hacer la vida más larga y cómoda, la belleza y la creación de cosas hermosas era esencial. Aunque esto puede parecer evidente o simple, ignorante al hecho de que el acceso y la creación/búsqueda de cosas bonitas como joyas o oro a menudo dependía (y todavía depende con frecuencia) en la desigualdad y la explotación, es poderosa, impactante y fascinante examinar nuestro deseo humano para la belleza, y su conexión a lo sublime, lo emocional, y lo espiritual.
Aunque sea un lugar con una historia completamente diferente, me sentía sensaciones similares cuando visité la Basílica de la Macarena, también al principio del semestre. Es un iglesia barroca construida en el siglo XX, y adentro vi la Virgen de la Macarena (del siglo XVII), la virgen más venerada, lujosa, y decorada de Sevilla. Como otros ejemplos de arte y arquitectura barroco que hemos visto, la Virgen es de alguna manera un ejemplo perfecto de la propaganda católica de la Contrarreforma, llevada en la calle durante Semana Santa para literalmente traer la iglesia a la gente. La lujosa pan de oro sirve como una muestra del poder de la iglesia además de una forma de esconder la pobreza del estado español, la hambruna, la crisis socio-económica y religiosa. Sin embargo, al mismo tiempo, me parece que la extravagancia también sirve como una motivación, un mensaje de esperanza para animar a la gente en tiempos de crisis. (Por esa razón, me interesó mucho al saber que el nombre completo de la Virgen es la Virgen de la Esperanza). En ese sentido, hay similitudes entre ella y el tesoro de Carambola en que ambos se ilustran nuestra añoranza humana por la extravagancia y la belleza, especialmente en tiempos difíciles.
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