Una de mis partes favoritas sobre la arquitectura sevillana y su decoración son los azulejos. Antes de venir a Sevilla, tenía ningún idea sobre el ambiente de la cerámica tan importante en la ciudad. El primer lugar donde encontré esta tradición estaba en mi propia calle. Durante mi estancia, viví en Calle Alfarería, que en su propia nombre rinde homenaje a la tradición de los azulejos. Cada día, tenía la oportunidad para pasar por muchos edificios o oficinas normales - como la oficina de la dentista - que tiene sellos magníficos y detallada por los azulejos. Aunque este edificio estaba bajo construcción durante todo mi tiempo allá, me fascina el edificio de Antonio Japon. Algún día, tuve una excursión por Triana en general, y aprendí por la primera vez que este era el taller de un artista más o menos anónimo, pero era probable que él tuviera etnia japonesa. El sello era marvilloso - habían detalles de sirenas alrededor el nombre, flores, diseños geométricas entre otros. Me echo de menos esta calle y su belleza en la vida diaria.
Además de la tradición de azulejos en mi propia calle, una de mis lugares favoritos en Sevilla es el Parque de María Luisa. El ambiente es tranquilo a mismo tiempo que es caótica con toda la gente, aunque eso es algo tan
extraño debido a los tiempos actuales. El parque está llena con todos las flores, palmas, y mi planta favorita de Sevilla, los naranjos. Me encantó encontrar un nuevo rincón cada tiempo que visitaría el parque. Un día, encontré una serie de bancos, cubierto en azulejos que me cuentan acontecimientos históricos y que tenían retratos de personas importantes. Me fascinan las detalles para evocar las caras individuales, la precisión de cada azulejo para crear una imagen más grande. Sobre todo, me encanta que lo magnífico y lo bonito aparezca tan con frecuencia en la ciudad, específicamente la atención a los azulejos y sus detalles. Es algo que echo de menos mucho.
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